Dos son las batallas superiores entre el oficialismo y la oposición. De magnitud. Al margen de otras escaramuzas menores que entretienen a la sociedad: léase Lago Escondido y las mangancias judiciales con una empresa privada y los wapp sospechosos de Marcelo D’Alessandro, colaborador de Horacio Rodríguez Larreta; la divulgación de filtraciones de escuchas atribuidas al general Milani del Instituto Patria, señalado a cargo de una organización dedicada a esos menesteres; la desesperada búsqueda cristinista para desalojar a la Corte Suprema como forma de ilegalizar los fallos en su contra; la mesa judicial versus la mesa militar; los penosos nombramientos del diputado Milman que no desligan de responsabilidad a Patricia Bullrich. Multitud de episodios vulgares para un almacén de ramos generales en que se ha convertido el país, ninguna contribución a su estabilidad.
Quedan pendientes, sin embargo, dos intrigas mayores para el 2023: 1): los legionarios kirchneristas, si pierden la elección, imaginan inundar las calles con gente alborotada para impedir las reformas que de un saque promete la oposición si alcanza el poder. Como se han gestado otras revueltas en vecinos países subdesarrollados y son un modelo para ciertos funcionarios argentinos. 2): una fuerte división en Cambiemos —al margen de las peleas por las candidaturas— entre aquellos que sugieren denunciar la crisis económica y dejar que antes de los comicios estallen los índices (inflación, tipo de cambio, etc) en lugar de que les alcancen a ellos y, otros, que confiados en su propia gestión, se estiman capaces para planear sobre los pozos negros sin necesidad de anticipar un crash al estilo 2001. Dato singular: este acechante dúo no ingresa al análisis general frente al resto de las escandalosas luminarias mediáticas.
Mientras, como Julio Verne, el ministro Massa inició otro de sus viajes en globo al comprar mil millones de dólares de deuda argentina. Para bajar el dólar mep, blue o de cualquier otra categoría en la vidriera. En esa medida, lo acompañan, como presuntos beneficiados, bancos, fondos y algún hombre de gobierno. Viene a ser como meterle un tanque de ricino en la garganta de Cristina. Discusiones aparte sobre esta resolución —que seguramente será cuestionada en la Justicia por la revelación de inside information—, quizás las mayores dudas actúen sobre el momento a operar la compra (no es lo mismo adquirir a 20 que a 30) y al debate sobre la conveniencia de liquidar reservas cuando faltan las reservas.
Pero si Cristina aguanta sapos y confiesa su buen momento con Sergio, éste también soporta presiones de la dama para que tolere una armada Brancaleone de grupos sociales y camioneros para controlar precios y lo conmine para que diputados suyos aprueben el grotesco en la comisión ad-hoc de diputados para atacar a la Corte Suprema. Debe decir el ministro: ojo que la comisión es un trámite y en el recinto la situación será otra, cambiarán los vientos. Quizás le crean ciertos inversores que vieron subir las acciones, ahora los bonos, mejora en el riesgo país y hasta piensan en que será el postulante oficial —a pesar de Alberto Fernández que persigue la reelección y con quien mantiene una relación de dudosa simpatía— como pacífica prenda de continuidad de la Vicepresidente.
Algunos amigos le recomendaron a Massa que se guarde hasta el 2027, que la meta de este año es casi imposible y él ha respondido con un mensaje escrito en mayúscula: “AHORA”. Por lo tanto, habrá que pensar en su compañera de rubro o en algún gobernador adicto a Cristina, tipo Capitanich o el blanquiñoso violinista de orquesta típica de mediados del siglo pasado, el santiagueño Zamora.
Hasta, para alegría de Cristina, Massa empezó a confrontar con Clarín en manifiesta exhibición. Quienes revelan ese conflicto aducen razones económicas entre las partes, basadas en la autorización para operar con el 5G en el rubro telefónico, de interés mundial y ruidosa competencia entre China y los Estados Unidos. Según voceros de Economía, ellos se inclinan por seguir la tecnología norteamericana por razones políticas. Disidencia con el grupo periodístico que ya es parte subsidiaria de la importante Telecom y vinculada a empresas de Beijing.
Secretas negociaciones y prima, en apariencia, un antecedente aplicado en otros países. Como el caso de Brasil, país que en tiempos de Bolsonaro (no precisamente de filiación chinofila) encontró una alternativa equitativa: no le entregó a ninguna empresa de esas dos potencias el nudo troncal, se lo reservó para el Estado. Problema difícil, tampoco Mauricio Macri en su momento se atrevió a resolver este tema, ni para hacerse siquiera pro-yanqui.
Massa parece desconectado de otra realidad: la intemperancia de los grupos sociales, camporistas rezagados —Máximo sigue ausente, algunos sostienen que discrepa con su madre— que, ahora, impulsan una candidatura doble para la Rosada: De Pedro y Grabois, este ultimo apodado “Boricito” por tratar de convertirse en una miniatura del Presidente chileno, Gabriel Boric, quien alcanzó la Moneda gracias a las convulsiones sociales que afectaron al país vecino durante el gobierno democrático de Sebastián Piñera. Quizás, las mismas que se vaticinan desde esa fracción para el futuro argentino si la alternativa de Cambiemos se impone en las urnas y aplica un plan de reformas contrario a sus intereses. Para más de uno, esa posibilidad resulta inquietante.
Mauricio Macri y Sergio Massa esperan, pero ya piensan en la recaudación de campaña
Del mismo modo que muchos de los dirigentes del PRO han comenzado a deslizar la inconveniencia de mantener una tregua por la precaria estabilidad económica. Como hasta ahora. Ya lo advirtió Macri en su reciente paso por Mar del Plata y, por supuesto, se la imagina a Patricia Bullrich en la misma dirección luego que dialoguen en Cumelén durante tres días, albergada en la casa con la misma cantidad de días que el ex Presidente le dedicó al ex titular de Boca Juniors, Daniel Angelici, cuando lo visitó para acompañarlo y compartir una jornada frente al lago con el jeque de Qatar (a propósito del emir, conviene reparar un error de este cronista en la última nota cuando se refirió a las tres esposas legales del monarca; en rigor, no son tres, sino ocho, como aclaró un portavoz).
Rodríguez Larreta, a pesar de su inclinación por cambiar de tocado a cada rato como parte de su campaña —con boina gauchesca, sombrero de campaña o gorra de baseball—, parece convencido de que no es necesario levantar la alfombra de la situación económica, que él podrá acomodar la basura si es elegido a la Casa Rosada. También en ese punto disputa con el ingeniero, inclusive esa diferencia empieza a observarse entre los economistas que los asesoran. Una cuestión compleja, ya que en general son los mismos quienes desfilan por ambos despachos no quieren malquistarse con ningún jerarca.