La noticia de que se iba Falabella de San Juan cayó sobre los sanjuaninos como un balde de agua helada, es que ya era parte del paisaje de la Peatonal y era la primera opción de muchos a la hora de comprar artículos como ropa, electrónica, del hogar, y mucho más. Fue en febrero que anunciaron que después de casi 25 años se iban de San Juan y su último mes abierto, liquidando lo que quedaba, iba a ser marzo. Antes de que el mes finalice, esta tarde se pudo ver el local con las grises persianas bajas. Falabella se fue para no volver.

Su última mañana fue ajetreada. Con el coloso de dos pisos y un subsuelo casi completamente vacío, los cajeros trabajaban intensamente cobrando las últimas compras o deudas de los últimos clientes. Sobre el mediodía anunciaron que se cobrarían 2 de tres productos, por los que algunos sanjuaninos tuvieron la suerte de irse con algún que otro producto gratis.

Ahora, allí en Peatonal Tucumán entre Peatonal Rivadavia y Laprida, la imagen impacta, por decir poco. Los peatones que por allí pasan miran el lugar con las persianas color gris bajas, que contrasta con el tradicional guardia en la puerta y los sanjuaninos y sanjuaninas entrando y saliendo sin parar.

El 7 de febrero, Falabella comunicó oficialmente la decisión de retirarse del mercado argentino y poner a la venta todos sus activos. De manera que se deshace de las tiendas establecidas en Mendoza (la primera del país), Córdoba, Rosario y San Juan. Además, ya vendió la tarjeta de compras CMR, que cuenta con aproximadamente 300.000 clientes, al banco Superville. La noticia cayó como un balde de agua fría a los cientos de empleados de la firma trasandina. En San Juan, los trabajadores, en conjunto con el Sindicato de Empleados de Comercio, llegaron a arreglos del tipo de retiro voluntario, que se efectivizó el 15 de marzo.

Sólo unas pocas cuadras más al Norte, otro tradicional mega local del centro sanjuanino también apareció este sábado con las persianas bajas. Se trata de Ribeiro, quienes recientemente anunciaron que vendieron el local del centro, para irse a uno más chico y barato y a su vez para pagar una deuda.

La puerta de entrada está ligeramente abierta y en el interior se puede observar una gran cantidad de mobiliario desarmado acumulado en el centro del lugar. La fachada que da a Avenida Libertador, toda cubierta por una persiana blanca, que también bajaron para no volver a abrir, al menos en aquella locación.