River Plate se llevó un duro golpe de su visita al Maracaná de Río de Janeiro. Fluminense, en el duelo previo al Superclásico del domingo próximo ante Boca, le ganó por 5-1, con un triplete del ex Lanús Germán Cano, y le propinó la derrota más abultada de su historia en la máxima cita continental. El equipo de Martín Demichelis, desconcertado, terminó con 10 jugadores por la expulsión de Leandro González Pirez. La derrota sonora deja al equipo argentino con tres puntos sobre nueve posibles y con un horizonte complejo para avanzar a octavos de final.
Fue un partido típico de Copa Libertadores. Más allá del resultado adverso, preocupa la manera en la que River fue derrotado en Brasil, donde se vio a un equipo que peleó más de lo que jugó, que tuvo muchas falencias defensivas y que se desplomó después del segundo gol de Fluminense.
Era muy esperado este duelo al que en tierra carioca lo consideraban como el enfrentamiento entre los mejores equipos en la actualidad de Argentina y Brasil. Y razones sobran. Se explican desde la jerarquía de los planteles y desde el juego que muestran en en la cancha. A su vez, River es líder en la Liga argentina y Fluminense ganó dos títulos en lo que va de 2023 (la Taça Guanabara y el Carioca) está entre los cinco primeros en el Brasileirao, del que van apenas tres fechas.
El partido arrancó a tono con las expectativas que generaba en la previa. Con mucha dinámica e intensidad y a buen ritmo. En los minutos iniciales, tal vez envalentonado por la localía de un estadio Maracaná repleto, Fluminense se acomodó mejor en el campo de juego, a tal punto que en el primer cuarto de hora llegó a tener el 75 por ciento de la posesión de la pelota. Pero no solo se quedó en tenerla. También inquietó a Franco Armani con algunos centros peligrosos.
River no se amedrentó, de todos modos. Y cuando sacó la cabeza, tuvo una buena presión alta por momentos. En esa disposición fue clave el trabajo de Beltrán y también de Nacho Fernández y de Barco, quienes se desprendían para acompañar al centrodelantero. El equipo de Demichelis también se empezó a animar a manejar la pelota y a salir jugando desde el fondo. Y probaba desde media distancia. Así, Beltrán y Barco exigieron al experimentado Fabio.
Al partido le sobró pierna fuerte. Y encontronazos entre los jugadores. A tal punto que al uruguayo Ostojich, de mal arbitraje, se le fue de las manos. Y en medio de tanta efervescencia, apareció Cano, el goleador argentino que tiene Fluminense. Con un zurdazo letal, venció a Armani, luego de conectar el centro de Keno (lo habilitó Mammana) y de aprovechar la cortina de Alexsander para que González Pirez y Pérez no llegaran a marcarlo.
River jugaba al fleje cada pelota. No quería que se lo llevaran por delante. Necesitaba serenarse el equipo de Núñez. Y lo logró a través del gol que encontró, por una corajeada de De La Cruz, quien no se dio por vencido, luchó con el cuerpo para ganarle la pelota a Arias, y le sirvió el tanto a Beltrán, ubicado en posición de goleador para definir.
Al irse con el empate al descanso, River parecía revitalizado. Sin embargo, en el segundo tiempo se desplomó a partir de errores propios, de pérdidas de pelota no forzadas y del segundo gol de Cano, que llegó tras un gran pase de Ganso, digno de un 10 brasileño. Y a partir de ahí recibió un cachetazo atrás de otro, hasta recibir cinco goles. Hubo otro más de Cano, tras asistencia de Arias, quien también se anotó con dos tantos para redondear una goleada histórica.
Un abultado resultado que también fue propiciado por extrañas decisiones tácticas de River, que estando 1-2, quedó con línea de tres en defensa y, de esos tres defensores, dos eran laterales. Después, Ostojich expulsó mal a González Pirez. Ahí el equipo se descontroló. Y River se fue duramente golpeado del Maracaná.