La última vez que Boca y Atlético Tucumán se habían visto las caras, el primero todavía se estaba reacomodando de la salida de Battaglia e Ibarra encaraba su quinto partido como DT, mientras que el segundo era nada menos que el puntero de la Liga. El Xeneize se terminó imponiendo 2-1 con un doblete consagratorio de Langoni, dando origen a las denominadas notas SEO del estilo “¿Quién es Luca Langoni, el nuevo héroe de Boca?”, y el equipo de Ibarra empezaba a construir el camino que lo tendría como campeón de la Liga, a puro resultado y con un funcionamiento poco convincente.

Casi cinco meses después, el Boca de Ibarra repitió la fórmula. Este domingo por la noche en la Bombonera, venció por 1 a 0 a Atlético Tucumán gracias a su efectividad y dejó atrás las dos finales perdidas con Racing que cargaba en el lomo.

Con Langoni extrañamente en el banco, las novedades de Boca estuvieron de una punta a la otra. En el arco debutó Sergio “Chiquito” Romero, quien ocupó el vacío que dejó Agustín Rossi tras su partida poco amistosa del club y fue bien recibido por el público local. El arquero récord de la Selección combinó algunas malas salidas aéreas en la primera parte con una atajada crucial en el segundo tiempo, mano a mano con Estigarribia, y terminó aprobando su primer examen.

En la otra punta, la cara nueva fue la de Nicolás Orsini, pero más por el sorprendente look que presentó el delantero, con unas rastas/trenzas atadas con colita de pelo que sonaron a extensiones. Pero su imagen no fue lo único novedoso del tanque, ya que se mostró muy activo e incluso veloz, generando la mayor cantidad de aplausos que se escucharon en la noche de la Bombonera.

Entre una área y la otra lo que ofreció Boca fue muy poco. Pol Fernández y Varela se mostraron erráticos como pocas veces y el equipo lo sintió. Desabastecidos, Óscar Romero, Villa y Orsini debieron arreglárselas como pudieron en ataque. Los primeros dos probando suerte de pelota parada y el tercero fajándose con cuanto rival se le cruce.

Claro, no hay que obviar que enfrente estaba el Atlético Tucumán de Lucas Pusineri, un equipo de los que habitualmente se denomina como “serio”, calificativo que se utiliza cuando hay que destacar el excelente funcionamiento a pesar de la falta de nombres rutilantes y recursos presupuestarios. El Decano, con unos muy interesantes De la Fuente y Tesuri por derecha y la siempre sabia tarea del “Bebe” Acosta en el medio, fue el mejor equipo de la cancha hasta que se empezó a enamorar del empate.

La cosa estaba para terminar sin movimientos en el marcador, pero como suele suceder con el equipo de Ibarra, si sobrevive a un flojo inicio del partido, la victoria se le vuelve inevitable. Y a falta de 20 minutos encontró un contraataque inmejorable: pelotazo desde el fondo, Orsini que la peinó con sus rastas y Villa que se fue en velocidad. El colombiano mandó el pase al medio, todos los Decanos pasaron de largo y Óscar Romero llegó para definir de derecha y festejar a lo Topo Gigio frente al palco de Riquelme, un guiño al ídolo y vice de Boca que lo bendijo telefónicamente la previa según declaró el guaraní.