En un clima festivo y de reencuentro, una nueva edición de la Noche de los Museos copó las calles de la ciudad de Buenos Aires, con largas filas desde temprano en muchos de los cien espacios culturales que se sumaron -con entrada gratuita y hasta las 2 del domingo- en lo que constituye el primer evento masivo y gratuito, en el espacio público, después de las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus.
El calor y una agradable brisa acompañó las caminatas de un museo a otro que mostraba -en las primeras postales- una larga hilera en la explanada del Malba que pasadas las 8 de la noche daba la vuelta completa a la plaza lindera, en una oportunidad única de visitar con entrada gratuita el museo dedicado al arte latinoamericano y que alberga una muestra temporal del uruguayo Rafael Barradas. Desde la institución dijeron a Télam que estimaron un ingreso de 1.000 personas por hora. Entre los imperdibles, se veían muchas selfies junto al autorretrato de Frida Kahlo, parada obligada de la visita.
Como un gran museo a cielo abierto, el corredor de Libertador -que concentra varios de los espacios participantes- ofrecía postales diversas donde se entremezclaban grupos de amigos o de familias a la búsqueda de muestras de arte, que debían ser esquivados por los runners vespertinos. Se sumaban a la caminata niños -y adolescentes también- disfrazados por Halloween y así, mientras la Mujer Maravilla y Robin esperaban sentados en la parada del colectivo 130, una cuadra más allá, se veía cruzar la calle a un pequeño disfrazado como uno de “los malos” de la serie del momento, El juego del calamar.
Una mujer vestida con la moda de principios del siglo XX personificaba a Josefina de Alvear y junto a ella, un actor que hacía de Matías Errázuriz, recibían al público en el ingreso al Museo Nacional de Arte Decorativo, la antigua residencia que habitaba la mencionada pareja de aristócratas. Más tarde se los podía ver paseando por las salas expositivas, como parte de una performance, gracias al préstamo de un coleccionista de vestuarios de la época.
“El Decorativo pudo resignificar sus espacios exteriores. Creo que la pandemia nos hizo mirar todo de otra manera. Pero además es una noche especial, en la que esperamos recibir cinco mil visitantes, aproximadamente. Tal vez más. Creo que vamos a quebrar un récord”, dijo entusiasmado a Télam Martín Marcos, el director de la institución. El museo debió reforzar el equipo de seguridad, de limpieza y sumar voluntarios en sala para una noche en la que estiman una cantidad de visitantes similar a la que se acercan a lo largo de quince días.
Hubo un circuito único y delimitado para recorrer las salas y el uso de barbijo fue obligatorio, pero era posible quitarse la mascarilla cuando se llegaba al jardín, donde se pudieron escuchar las primeras notas del piano como parte del concierto lírico programado.
A partir de las 20 y cada media hora la música se extendía por los alrededores del Museo Nacional de Bellas Artes en el comienzo del espectáculo multimedia “Postales urbanas”, un mapping sobre la fachada del principal museo del país que mostraba cómo se movían, jugaban y danzaban algunas de las más destacadas piezas de la colección -44 en total-, como una de las máscaras de la sala precolombinas, “Sin pan y sin trabajo” de Ernesto de la Cárcova, o el “Retrato de Manuelita Rosas” de Prilidiano Pueyrredón.
El Museo Nacional de Bellas Artes instaló unas vallas a lo largo de Libertador hacia el lado de Pueyrredón para controlar el ingreso al museo, a donde “llegaron 500 personas por hora”, detalló a Télam Soledad Obeid, encargada de relaciones institucionales del Bellas Artes. Como indican los tiempos pandémicos, el recorrido se debía realizar en un único sentido y el numeroso personal de seguridad se encargaba de recordarlo en cada sala expositiva.
“Buenas noches, por acá por favor”, repetían a cada paso los miembros de seguridad del museo, señalando el itinerario por las salas de la planta baja y del primer piso, donde se podían encontrar bellezas como las esculturas de Rodin, los Cándido López o la impresionante sala Guerrico, atiborrada de esculturas y pinturas europeas del siglo XIX, pertenecientes al estanciero que fuera uno de los primeros coleccionistas en nuestro país, y exhibidas como se conservaban antiguamente las colecciones de arte.
Un souvenir de regalo despedía a los visitantes cuando llegan al final del recorrido, justo antes de cruzar la puerta de salida: un anotador de hojas blancas y un lápiz negro en una bolsita ecológica, merchandising con la insignia de los Museos Nacionales. Ni bien bajó las escalinatas del museo, un niño de nueve años que lo visitó con su familia, abrió el anotador en la primera hoja, tomó el lápiz, y comenzó a escribir: “30 de octubre, día nublado. Vi muchas obras de arte”.
Una de las novedades de esta edición fue la reapertura de Buenos Aires Museo (BAM) que en la esquina de las calles Defensa y Alsina se convirtió en epicentro de la zona de San Telmo, con una multitud que se acercó a disfrutar de la propuesta mientras diferentes DJ musicalizaban la noche. El renovado edificio exhibe la historia de la ciudad, desde su fundación hasta la actualidad a través de una propuesta interactiva, tecnológica y participativa.
“Hoy los museos salen a la calle al encuentro con el público. La situación sanitaria nos permite vivir una noche de reencuentro a través de la cultura con todos los cuidados necesarios y eso es una gran celebración”, aseguró a Télam el ministro de Cultura de la ciudad, Enrique Avogadro, y así hizo alusión al lema de esta edición, “los museos salen a la calle”.
También en San Telmo, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires convocó una multitud para el inmenso despliegue de actividades que ofrecieron y que incluyó largas filas desde temprano, un proyector instalado sobre la fachada con contenidos audiovisuales, en Avenida San Juan, música y muchos que se animaron al baile en plena calle. Adentro, el Patio del museo, al aire libre, tuvo artistas invitados, proyectos literarios y gastronómicos de emprendedores de la zona.
“Recibimos visitantes toda la noche, ya superamos la cantidad de la última edición, en 2019”, dijeron a esta agencia fuentes de esa institución.
Gran parte de la programación de la vuelta de la noche de los museos se concentró en el barrio de La Boca, donde abrió sus puertas al público por primera vez Colón Fábrica, un recorrido por las impresionantes escenografías y vestuarios del Teatro Colón. La novedad se instaló en el Distrito de las Artes, en la Vuelta de Rocha, donde coinciden el Caminito, la Fundación Proa, Andreani y el Museo Benito Quinquela Martín, aunque en esta única noche también coincidió con un partido de fútbol en La Bombonera (Boca-Gimnasia) que empañó los planes de algunos amantes del arte que quisieron viajar hasta la zona sur de la ciudad.
Los organizadores estimaron miles de visitantes y “un éxito de convocatoria” en una nueva Noche de los Museos, cita obligada de la cultura porteña y, en algunos casos, lo que significó la gran reapertura para muchos de estos espacios y el reencuentro con el público.