Principal blanco: Mauricio Macri 2027. Opinión de un estratega político perteneciente al mismo gremio profesional de Santiago Caputo, uno de los vértices del gobierno. Deben coincidir. Se agrega un segundo blanco a mortificar: Victoria Villaruel, vicepresidente acosada —según sus amistades— pero guarecida porque no depende de un decreto: con respirador o traqueotomía puede llegar a cumplir el mandato. No es lo que desea, se reserva otro destino. Finalmente advirtió que el Presidente se excusaría de proponerla a su vera si se postula a la reelección. Admiradores del esquema binario del poder, tanto a Caputo como a la hermana presidencial, Karina, les enfurece ese propósito de la Vice, recargado ademas por una frondosa actividad que, según comentarios, consulta asesores irritantes, pide informes, aprecia las colaboraciones de especialistas en Economia. Como si viera otro canal. Obvio: no es feliz con el trato que le brindan desde la Casa Rosada, detecta los flechazos que recibe. Por ejemplo, las críticas de la todoterreno Lilia Lemoine, quien no pasa semana sin zaherirla: Villaruel piensa que esos dardos no son propios de la garbosa diputada, provienen de una mente mas dañina instalada en el primer piso de la Casa Rosada. Ella antes arguía que no está enfrente de Milei, más bien que la empujan a estar en frente. Otros piensan al revés.
Para colmo, Macri despachó varios elogios sobre Villaruel en su objetivo del 2027, siempre y cuando los hados lo bendigan. Embarró más la cancha, los sospechan compinches. En el Gobierno estiman que el ingeniero está dispuesto a repetir su campaña presidencial en el futuro, que no irá a la FIFA ni a ningún otro paradero internacional y que opera en ese sentido reivindicatorio. Le endosan que, si la venia popular de las encuestas lo acompaña, se pondrá competitivo para el comicio de entonces. A Javier Milei le susurraron ese propósito, contrario a su ambición, seguramente una voz femenina de su gabinete le debe haber confesado: “Cuando yo estuve con él, en una de las ultimas negociaciones, fue preciso. Me reclamó como condición que yo debía cederle el primer casillero del PRO para el 2027. Se imaginaba tener otra oportunidad presidencial”. Versión atribuida a una funcionaria a la cual se identifica sin necesidad de dar su nombre. Se explica entonces la naturaleza de los conflictos y la rispidez de las operaciones a observar en un contexto en el que nadie abandona su pretensión. Por lo tanto, la guerra continuará, destructiva. Aunque tanto Macri como Villaruel guardan un mínimo arsenal bélico en su derrotero hoy perdidoso, aunque suficiente para dividir a un oficialismo y hacerle perder elecciones.
A pesar de que del otro lado partidario solo se descubre el desierto, ni una flor: el insistente candidato Axel Kicillof se percibe averiado, con el desgaste que producen las escisiones en un peronismo que ya no consiente a Cristina de Kirchner, reiterada exégeta de sí misma, sin cambio de repertorio y hasta apelando al rencor para denostar periodistas. Curiosamente, más o menos como lo hace Milei, convencidos de que los hombres de prensa, lastiman más que los oriundos del sindicato político. Si la viuda hasta llegó a protestar en su reciente incursión judicial contra el uruguayo Menchi Sabat, quien en su momento la dibujó golpeada, con un ojo en compota o con una curita en la boca. Como si fuese un editorial del medo. Hasta se olvido que Sabat murió hace un tiempo, el mismo que ella no recupera para sí misma. Tanto que si viviera el notable ilustrador y pintor, frustrado clarinetista que se destacó en Primera Plana y Clarín, ella podría denunciarlo como autor intelectual del atentado homicida que tuvo en su contra. Todavía no sabe a quien acusar por ese episodio, molesta por el bajo nivel económico y menor estatura que han mostrado los participantes en aquel repudiable incidente. No se respetó su alcurnia. Mientras, junto a su hijo Máximo, ha condenado a Kicillof a un lecho de Procusto, más o menos como la cama caliente que sufrió Alberto Fernández, a quien condicionó y apremió a pesar de que ahora ella sostiene, como víctima, que el Don Juan de cuatro años de mandato la torturaba psicológicamente. Y no que ella, en lugar de Fabiola, le hicieron perder vigencia, altura y dignidad para conservar el cargo.
Queda, sin embargo, una fusión en ciernes dentro de esa oposicion desértica: más de uno cree que podría consumarse una alianza societaria y amistosa de vieja data, una pareja siempre solícita para caminar por la senda del medio o del centro, sin demasiado éxito en las contiendas comiciales: Sergio Massa y Horacio Rodríguez Larreta expresan esa tendencia, creen que la sociedad se apartara de los extremos y habra de privilegiar a un binomio hoy en estado de hibernación, en el fondo de la tabla, y con la expectativa de que juntos pueden ser más que dos, en alusión al verso del uruguayo Mario Benedetti que además quería un pueblo feliz. Desde la tristeza montevideana, imposible. Tampoco desde el recóndito lugar al que los llevaron los votos, Rodríguez Larreta y Massa tambien enfrentan una misión demasiado azarosa para alguien que se casa por segunda vez, no habla en ningun lado y otro que cada semana anuncia que hará un acto o disertará sobre la realidad argentina. Como si fuera un experto en entenderla.
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