Nadie sabe aún si fue un asesinato o un suicidio. Aunque no hay cuerpo y el percance ha sido virtual. Pero el retiro o entierro de Mauricio Macri como líder del PRO o de la coalición opositora exhibe un misterio mayor al del apartamiento militar de José de San Martín luego de ceder su tropa a Simón Bolívar en Guayaquil. O a la deserción de Carlos Reutemann como posible candidato presidencial luego de decir que había visto algo que no le gustaba.
Nunca se conoció su escala de sabores. Hay otros ejemplos más vulgares que se pueden comparar al inexplicable enigma surgido luego de que Macri y Horacio Rodríguez Larreta se reunieran y se determinara la partida del ex presidente a recorrer playas de Menorca y a fotografiarse junto a otros colegas internacionales jefes con mandato cumplido, todos entusiastas para publicar sus memorias.
Demasiado temprano para un destino geriátrico de la política, si es que no se acepta la teoría del asesinato o el suicidio.
Con su decisión, el ingeniero se olvidó del séquito o hinchada que lo imaginaba vivo para un desquite político futuro frente al kirchnerismo. También sepultó en su nueva gira turística las aspiraciones de alguna dama pertinaz como Patricia Bullrich, quien ahora dice no poder aspirar a una diputación pero sí se imagina que en 2023 puede ser convocada para presidenta. Delicias de una mujer optimista.
Victimización. Apenas unas horas después de ver la navegación por las Baleares, al viajero lo hundieron en la carga judicial por el caso del Correo, disgusto que él atribuye a la persecución iniciada en su contra por parte de Cristina Kirchner y su paje en Tribunales, Carlos Zannini.
Como la historia se repite en círculos, Macri se sirve del mismo argumento que utilizó la ex mandataria cuando le iniciaron causas por la enciclopedia de inmuebles que ha declarado su familia.
Hay que proteger a la tropa. Y Patricia Bullrich no sintió esa cobertura
También, ambos ex jefes de Estado se indignaron porque sus hijos aparecen involucrados en las pesquisas, como si no hubieran sido incluidos en las nóminas investigadas por sus propios padres.
A su vez, Macri no atendió los consejos de peronistas de su inmediatez como Ramón Puerta, quien no menos de cuatro o cinco veces le sugirieron que se presentara como candidato a diputado en la Capital para conseguir fueros y, de paso, aglutinar una línea dura en Cambiemos.
Tampoco rindió otro pedido con la misma finalidad, atribuida a la madre de sus hijos, focalizado en el juicio por el Correo. Quizás, sabe el boquense que nadie va preso por deudas, salvo que haya hechos dolosos, que se supone no han ocurrido. Y, si ocurrieron, parte de esa concurrencia se registró en un vasto período en que el matrimonio Kirchner gobernaba, justo cuando Néstor descubrió las cualidades empresariales del finado Franco Macri en su operación del Correo, lo que originó entre ambos una efectiva amistad.
Pedido. De la cumbre entre Macri y Rodríguez Larreta solo trascendió un reclamo del paseante menorquino: integrar en una lista a Darío Nieto, su secretario y portador del celular personal, también investigado en una causa delicada.
Hay que proteger a la tropa. Patricia Bullrich no habrá sentido esa cobertura, ya que después de anunciar su postulación varias veces –y sin que Macri se lo recomendara– renunció a esa posibilidad invocando razones de escasa justificación.
Hay quienes piensan que, después de tres días, desertó de la competencia con María Eugenia Vidal por el riesgo de perder contra el poderoso aparato capitalino de Rodríguez Larreta y por emprender una negociación con el jefe porteño que implique ubicaciones para su gente dentro del Ejecutivo a localizaciones de personal adicto en distintas jurisdicciones de la Capital. Necesita establecer su propia estructura si sueña con una experiencia local o presidencial dentro de dos años.
Otros sostienen que se alineó corcovando por consejo de colaboradores del mundo intelectual que la rodea, léase Maxi Guerra, el director de cine Campanella, el sociólogo Juan José Sebrelli y un favorito de Hernán Lombardi.
Como saldo, enojo transitorio con el egoísta Macri y expectativa por el resultado electoral de la ex gobernadora de Buenos Aires: debería protagonizar un triunfo aplastante para felicidad de Larreta. Hoy, esos números deseados no se reflejan en las encuestas.
Nadie vaya a pensar que el kirchnerismo es un rival de fuste en el distrito, ocurre que hay otros animadores y muchos votantes parecen insatisfechos con el misterio de la retirada de Macri y, mucho más, con el desvío de Patricia Bullrich para no dar pelea. Justo ella que nunca eludió la riña.
Perfil