Ocurrió en el festejo del casamiento de Jorge Lanata. Uno de los invitados, Martín Tetaz —con gafas semioscuras de otro siglo para disimular una conjuntivitis— se acercó a la mesa principal para saludar a los novios y a Mauricio Macri. Fue el expresidente quien lo recibió con una bienvenida enigmática: “Equilibrio, Martín, más equilibrio”. Un rayo de hielo congeló a Tetaz, apenas si realizó un mohín amable y volvió a su lugar sin reparar en los otros asistentes que rodeaban a la pareja Macri-Lanata. Sorprendido, entre el humo de los puros y el champagne de Armenonville, como dice el tango. Ningún testigo del episodio entendió el mensaje del expresidente.
Es parte de la convulsión opositora, de los enfrentamientos, de la discusión madre con la UCR, el distanciamiento con Elisa Carrió y el desafortunado destete de Horacio Rodríguez Larreta. Mas que “segundo tiempo”, como inspiraba su libro, Mauricio Macri ha instalado “la revancha”. Va contra aquellos que no lo reconocen y que lo extraditaron como a “Pepín”, una nómina de indeseables para él.
Si uno pretende descifrar ese “equilibrio” reclamado en la fiesta a un Tetaz poco obediente, habrá que recurrir al código del exmandatario: quiere preservar en forma pareja el título de la agrupación opositora, no perder la identidad de dos conceptos, que Juntos o la prioridad de estar unidos no signifique sacrificar la idea del Cambio. Al peligro, según Macri, de que un radicalismo estatista o yrigoyenista prevalezca en la coalición —como se vislumbra en la convención de este viernes— sobre el criterio más liberal de Alem o Alvear. Contagiando a un sector del PRO poco inmunizado, como Larreta.
También formula una advertencia a esa navegación intermedia, pacífica, globalizadora, que a menudo propone el jefe de gobierno junto a Martín Lousteau, el diputado Emiliano Yacobitti y el propio Tetaz, todos en un mismo combo con intereses comunes en la Capital. Políticos, claro. Como se demostró ayer en el locro público que compartieron en Parque Norte.
A Horacio le encanta que Lousteau le arrastre el ala. Pero se debe al PRO capitalino, a la organización tradicional que administra el distrito. Ahora parece que ha zanjado el conflicto con su otrora jefe, por lo menos en la interna: se cuadró ciento por ciento, le hace la venia a su presunto elector —acepta una imaginativa comparación de poder como la de Alberto con Cristina—y atendió una instrucción del mismo Macri: Decí lo que yo digo. Y, hablando mas para el ingeniero que para el auditorio general, el alcalde porteño se expreso sobre la tajante necesidad de una reforma laboral y otra previsional. Un sacudón en su moderado discurso, tanto que la palabra “reforma” no aparecía en su diccionario desde hace veinte años.
Así bromeaban en Los Abrojos, sede de ciertas cumbres del ingeniero, quien ya le había comido dos fichas al jefe de gobierno capitalino: María Eugenia Vidal —ansiosa por una vice y en proceso de alejarse de sus confidentes Salvai y Ferrari— y Cristian Ritondo, a cargo de acercarle un influyente en la Justicia para opinar sobre ciertas causas (Correo, las escuchas telefónicas), otrora conocido como “ingeniero” en el sórdido mundo del espionaje (curiosa elección: siempre esta controvertida figura mantuvo encarnizadas peleas con un comisario ya muerto amigo de Macri que estuvo en prisión, el “Fino” Palacios). La adaptación de Ritondo enfureció a Rodriguez Larreta: le dijo a su equipo que no lo quiere respirando por las calles porteñas. Tampoco pidió secreto para esa orden. Además, como Macri no dispone de simpatía con Diego Santilli, salió a cuestionarle la candidatura bonaerense con otros postulantes, de Javier Iguacel a Nestor Grindetti, bajo la excusa de que el “Colo” no logra una óptima performance en los sondeos de opinión. Obvio: Santilli piensa lo contrario.
También el expresidente le bajó el pulgar a la orga radical de Córdoba: empuja a De Loredo contra Mario Negri & cía. De Manes, Facundo y hermano, no quiere escuchar ni una palabra. Para él, hombre de negocios, los radicales se llevan siempre más de lo que ponen y debe estimar que sin el PRO bien podrían repetir deprimentes actuaciones electorales como la de Massaccesi y Moreau en el pasado. O sea, sigamos promoviendo el cambio que la unidad está asegurada.
En las inmediaciones de Macri se ha forjado una nueva trama con el extitular de Boca, Daniel Angelici, jefe de operaciones todoterreno. También aceptó la influencia de un consejero electoral que vive en Brasil, Guillermo Raffo (y su hija), reemplazantes de los ex privilegiados Marcos Peña y Duran Barba. Por su parte, Horacio se allana a esa llegada aunque conserva como mano derecha en esos menesteres a Federico Benedetto. Quizás sea uno de los que organizan encuestas para medir, entre otras incógnitas, las posibilidades de que la conductora Viviana Canosa participe como candidata en las listas de 2023. No se sabe si la consultaron a la exitosa estrella de TV. O, tal vez, la ministra Soledad Acuña.
En la sucesión de la Capital, Macri apuesta por su primo Jorge, quien se ha pegado a Rodríguez Larreta en el gabinete a pesar de los entuertos de este con Lousteau. Sabe que hay otras razones de peso, más allá del apellido, que vinculan a Mauricio con Horacio: el economista Censon, ex del equipo Melconian, y en particular su tutor en las sombras: Nicolas Caputo, aquel que fue hermano de Mauricio y, por lo tanto, pariente putativo de Horacio. No siempre se llevan bien, pero hay un amor superior que los reúne.
Fuente: Perfil