Sin ninguna duda en los pocos invitados al cumpleaños 63 de Mauricio Macri: reconocen que quiere volver a ser Presidente. Opinión obvia de sus amigos luego de comer sushi en La Angostura, en la amplia y sobria casa de varios volúmenes que el ex Presidente estrenó este año. Poco importa, sin embargo, lo que diga su vecino Antelo (ex dueño de Renault) o su jefe de inteligencia, el escribano Arribas en la breve hilera de invitados a la cena. Interesa más, en todo caso, la lista de quienes lo fueron a visitar durante las vacaciones, de Ramón Puerta a Patricia Bullrich u Horacio Rodríguez Larreta, quizás ansiosos por una respuesta que convalidara sus propias inquietudes. Por ejemplo, el jefe de la ciudad estuvo atrevido. Lo interrogó: “Vos sos el único que me puede ganar, según las encuestas. ¿Te vas a presentar?”. Otras le habrán dicho: “Si no te candidateas, soy la que voy por tu lugar”. Con picardía, el ingeniero respondió a las preguntas con la misma argucia: “Miren, lo único que me preocupa es mantener la unidad de nuestra coalición, vencer al kirchnerismo, no pienso en otras prioridades”. Como se sabe, la prioridad es única, exclusiva, no hay dos o tres, aunque suele malversarse el castellano afirmando lo contrario.
Hay otros que podrían confirmar la intención de Macri. Por ejemplo, quienes lo acompañan con la paleta de pádel en la cancha cubierta del club de Cumelén o en travesías de trekking, como Alejandro Braun o Luis Caputo, aquel que fue titular del Banco Central y se hizo famoso por su controvertida habilidad para conseguir prestamos gigantes y convertirse en una estrella fugaz del Pro. A pesar de la cercanía y que lo escucha, no integra el “Toto” el paquete de consultados por el boquense en Economía: sigue pendiente de lo que le sugiere su ex ministro Dujovne, en menor medida Prat Gay —ahora su defensor más ardiente en medios de comunicación— y el tucumano Ricardo Arriazu. No llamó a Lacunza, de comunión diaria con Rodríguez Larreta y, mucho menos a Melconian, del que mantiene distancia a pesar de que lo protege la Bullrich. Curioso trasvasamiento de este divulgador de la economía, ahora afiliado a la Mediterránea, quien tal vez sea afectado por alguna limitación en los medios periodísticos que cambiaron de conductor: uno de ellos dijo que Melconian es un prócer, pero que a los próceres hay que guardarlos en el museo. Silencio.
En su cumpleaños, Macri confirmó su viaje por un día, este jueves 10, para asistir al cónclave de Cambiemos en el Hipódromo de San Isidro con las autoridades de todos los partidos integrantes. Y algunos invitados, para no ofender a María Eugenia Vidal y justificar la presencia de Puerta en nombre de Miguel Pichetto. Un tema: el acuerdo con el FMI. Para el Presidente Fernández, el 15 de marzo estará abrochado el convenio, con o sin Cristina. Habrá quorum en Diputados gracias a la oposición, también fallo favorable—ya anunció el radical Gerardo Morales que votarán a 4 manos, con más elocuencia que los propios peronistas—, pero nadie sabe lo que ocurrirá en el Senado con 35 legisladores atados por Cristina: ningún miembro todavía se expresó, todos guardan silencio como la viuda de Kirchner y, salvo el gobernador Uñac, hasta Kicillof modificó su actitud inicial. Nadie sabe aún las instrucciones que le darán a sus representantes. En el caso de Kicillof, por cuestiones domésticas, al principio creyó en una catástrofe si no se cerraba con el Fondo; ahora, repentinamente, mudo a considerar que el default no sería un desastre. Hasta se desconectó de Alberto, en apariencia.
Se supone que este panorama trae Macri en su vuelo (además de las burlas por el viaje del mandatario Fernández a Rusia, China y Barbados), aunque su mayor interés pasará por incluir en las futuras internas un sistema de lemas: son varias las fracciones del Pro que compiten (Larreta, Bullrich, la Vidal, el mismo Macri tal vez) que, si no se admiten esas sumas en un tronco común, podrían perder hasta con minúsculas expresiones como la de Carrió. Se comprende entonces el interés de Macri por los lemas, posiblemente la UCR participe del mismo criterio, ya que no todos coinciden en el centenario partido: están escindidos y disputan Lousteau, Cornejo, Manes, Morales, entre otros. Tan notorias son estos fenómenos partidarios que el intendente Larreta ha salido a congraciarse con las estrellas populares, tipos reyes de la cumbia o el cuarteto, para popularizar su imagen: es que una última encuesta lo mostró superado por la Bullrich, Macri, Manes y hasta asediado por Frigerio. Las aguas se agitan.
Como la obsesión por las candidaturas ya se manifiesta intensa, reapareció una figura alejada de los responsables políticos: el ex jefe de Gabinete, Marcos Peña, un asesor en las sombras con material novedoso sobre las características del postulante con mejores perspectivas. Peña se desempeña en una suerte de ONG en los Estados Unidos, solventada por algunas empresas o fundaciones argentinas, que analiza la forma de generar lideres y perfeccionar las características de algunas figuras ya impuestas. En ese plano, le aproxima ideas a Macri, quien registra sus consejos en forma preferencial, como ocurrió siempre. También hace delivery con Rodríguez Larreta, pero esos consejos son menos atendidos, quizás por el cerco que bloquea al intendente: ha llegado al colmo de tener, como consultor, a la misma persona que nutre al radical Morales y hasta algún dirigente peronista. Peña ha disimulado sus rencillas con la Vidal, pero en cambio no transita la misma vereda de simpatía con la Bullrich. Por lo que se sabe, objeta la falta de estrategia de la coalición opositora, en particular la del Pro, y advierte que el futuro candidato presidencial debería contemplar condiciones, atributos o debilidades que no se incluían en los catálogos anteriores de “Cómo hacer un Presidente”, libros clásicos de distinto origen. Al parecer, según él, la moda actual no pasa por personalidades fuertes, atractivas, temperamentales y determinantes. Más bien cree en aquellos que revelan vulnerabilidad, engarzan coincidencias y temores con sus votantes, requieren de psicólogos, aceptan la meditación, una amplia diversidad y hasta pueden comprometerse en ese ejercicio. No se sabe si será cierto ese pronóstico, pero al menos ya no impulsa globitos ni bailecitos como en los tiempos de la fiesta amarilla.
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