En una derivación regional del violento cambio de mando en Perú, Argentina y tres gobiernos aliados (México, Bolivia y Colombia), pidieron este lunes salvaguardar la vida del ex presidente Pedro Castillo, destituido por el parlamento peruano, al que había disuelto horas antes, y “respetar la voluntad popular”.

Los gobiernos de esos cuatro países expresaron “su profunda preocupación por los recientes sucesos que resultaron en la remoción y detención de José Pedro Castillo”, al que aún consideran presidente de Perú y que ven como “víctima de un antidemocrático hostigamiento”, según informa la agencia EFE.

En un comunicado conjunto, los cuatro países aseguraron que Castillo, quien intentara un fallido golpe de Estado, está siendo objeto de “objeto de un tratamiento judicial de la misma manera violatorio” y pidieron que se respete la “voluntad ciudadana” expresada en las urnas por el pueblo peruano. Desde el Gobierno negaron que los cuatro países estén pidiendo la restitución de Castillo, que intentó disolver el Congreso y provocar un autogolpe, en el contexto de su disputa con el parlamento peruano.

“Nuestros gobiernos hacen un llamado a todos los actores involucrados en el anterior proceso para que prioricen la voluntad ciudadana que se pronunció en las urnas”, afirmaron los firmantes.

“Una vez más la diplomacia Fernández-Kirchner al servicio de quienes rompen o buscan romper las instituciones en nuestra región”, criticó el ex embajador en Israel y Costa Rica, Mariano Caucino, para quien Argentina y los demás firmantes “buscan restituir a Castillo en su cargo, o por lo menos están defendiendo a un golpista”.

Fuentes del Gobierno y la Cancillería que encabeza Santiago Cafiero destacaron que “Argentina fue uno de los primeros países en expresar su preocupación por la profunda crisis política acaecida en la República del Perú la semana pasada”. De todos modos, el Gobierno evitó criticar a Castillo por su decisión de disolver el parlamento peruano, acto que le costó, solo dos horas después, ser depuesto y detenido por las fuerzas policiales del Perú.

“Desde el comienzo de la crisis, la República Argentina reclamó el respeto del orden constitucional y las instituciones democráticas, con base en la observancia de las normas y procedimientos previstos para estos casos en la propia Constitución peruana (….) Previo a los acontecimientos del miércoles pasado, Argentina se había expresado críticamente respecto del hostigamiento político y mediático al que fuera sometido Pedro Castillo desde el inicio de su mandato y que terminara con su remoción como Presidente del Perú”, comentaron fuentes de la diplomacia argentina.

“Junto con hacer un llamado a la paz social y a la convivencia de todos los actores, la Argentina apoya la continuidad del orden democrático”, destacaron desde el Gobierno, aunque la vicepresidenta Dina Boluarte asumió, hace cinco días, como nueva titular del Poder Ejecutivo, sin poder hasta el momento estabilizar la situación social y política del país.

El presidente Alberto Fernández intentó, desde el comienzo de la gestión de Castillo, hace poco menos de un año y medio, sostener vínculos estrechos con el que consideraba un nuevo aliado en la región. El Gobierno había tomado rápido partido por Castillo en el ballottage disputado contra Keiko Fujimori, e incluso festejó su triunfo antes de que el proceso electoral se diera por finalizado. “Hoy me comuniqué con Pedro Castillo, presidente electo de Perú. Le expresé mi deseo de que unamos esfuerzos en favor de América latina. Somos naciones profundamente hermanadas. Celebro que el querido pueblo peruano enfrente el futuro en democracia y con solidez institucional”, tuiteó el Presidente el 10 de junio pasado.

Con el correr de los meses, la relación se fue espaciando. De hecho, al conocerse la intentona golpista de Castillo, muchos dirigentes kirchneristas intentaron despegarse y expresaban, sotto voce, su “decepción” con el maestro rural devenido Presidente. Así llegó el comunicado de la semana pasada, en el que el Gobierno llamaba a las partes a buscar soluciones, sin condenar directamente a Castillo. Ahora, en un giro sorpresivo influenciado por sus socios, Andrés Manuel López Obrador (México), Gustavo Petro (Colombia) y Luis Arce (Bolivia), el Presidente parece respaldar el pedido de retorno del efímero integrantes de la Patria Grande, al poder en Perú.