River no ratificó en el plano local lo exhibido en el certamen anterior en el que se consagró campeón y esta noche, ante Argentinos en La Paternal cayó merecidamente por 3 a 2 mostrando ambos diferencias futbolísticas y espirituales que marcaron la justificación del resultado de este encuentro inaugural de la Zona 1 de la Copa de la Liga Profesional de Fútbol.
Los antecedentes daban como para esperar que el partido fuera lo que fue, sobre todo en el primer tiempo, cuando ambos querían lamer las heridas provocadas por sus respectivas eliminaciones en octavos de final de la Copa Libertadores con un buen arranque de la Copa de la Liga.
Y como cada uno de los últimos enfrentamientos que se registraron entre ambos, en el caso de River antes con Marcelo Gallardo y ahora con Martín Demichelis, las propuestas de ambos son espejos que transitan por la presión alta, el buen traslado del balón no exento de dinámica y el arco rival como objetivo de mínima y de máxima.
Claro que dentro de esos ítems no se consignó el defensivo, y en eso River, esencialmente en el juego aéreo, tiene problemas insolubles que ya vienen de larga data.
Y eso fue justamente lo que le permitió a los dirigidos por el ovacionado Gabriel Milito (tiene contrato hasta diciembre de 2027 y había rumores de un interés de Independiente por su retorno) llegar rápidamente al gol cuando aun no se habían jugado ni una docena de minutos.
Un centro desde la derecha de un tiro de esquina le permitió al defensor Marco Di Césare, de cabeza, convertir su primer gol en el profesionalismo al superar en el salto a un estático Milton Casco.
River tardó un par de minutos en reaccionar, hasta que empezó a hacerlo desde los pies virtuosos de Esequiel Barco.
Y la igualdad llegaría entonces desde el aire, cuando la síntesis de “dos cabezazos en el área terminan en gol” la empezó dando Miguel Borja, el colombiano que parece adueñarse del lugar que dejó vacante Lucas Beltrán al irse a Italia, al bajar un centro para que Agustín Palavecino completara la obra con el balón en la red de Argentinos a través de una “palomita”.
Estas paridad impulsó a los visitantes, que fueron por más advirtiendo que Argentinos no había asimilado el impacto, y menos de un cuarto de hora después pudieron dar vuelta el marcador con la participación, en distintos estadíos, de los mencionados Borja primero y Barco después.
Al colombiano le cometió una falta penal el arquero Alexis Martín Arias que a pesar de su evidencia debió ser consultada con el VAR por el árbitro Fernando Echenique. De la infracción se hizo cargo Barco, pero su remate fue rechazado por el arquero local, aunque pudo tomar el rebote y convertir el segundo tanto de su equipo.
Sin embargo en esta oportunidad Argentinos no se paralizó por el revés, sino que por el contrario le sirvió de acicate para buscar la paridad antes de que terminara la etapa inicial, y lo consiguió en otro tiro libre que cayó en el área de River donde Luciano Gondou, el recién llegado desde Sarmiento, de Junín, a la postre la figura de la cancha, conectó con el pie derecho e increíblemente sin marca en el borde del área chica.
La responsabilidad compartida por una defensa descoordinada a la hora de recibir un centro y la inacción de su arquero, Franco Armani, que no sale de debajo de los tres palos, hicieron, y hacen, que River sufra ese tipo de goles en contra.
El segundo tiempo arrancó con una composición inversamente proporcional a la del primero, ya que el que salió decidido a ejercer la presión alta fue River, que alejó inicialmente a los locales del arco de Armani, aunque rápidamente encontraron esos caminos a través de un efectivo contraataque.
Y fue casi en el mismo tiempo que en el período inicial, ya que transcurridos 12 minutos Francisco González Metilli utilizó la gambeta hacia delante dentro del área “millonaria” y habilitó a Gondou para que este señalara el tercer tanto, que sería el de la victoria, con un toque dentro del área chica sin que Armani pudiera intervenir.
La profundización de los estados anímicos y futbolísticos fueron decisivos para lo que quedaba de partido, ya que el efecto envión venía de Brasil, donde no fueron iguales las eliminaciones de uno y otro de la Libertadores.
Es que mientras River cayó frente a Internacional, de Porto Alegre, por penales, pero dejando la sensación de que con un poco más podría haber pasado de ronda frente a Internacional, en Porto Alegre, Argentinos entregó todo y más ante Fluminense, en el estadio Maracaná, donde cayó inmerecidamente porque había hecho méritos para alcanzar los cuartos de final.
Y entonces, y por lo expuesto, fue que Argentinos volvió a ganarle a River en La Paternal después de 10 años, dejando sobre el tapete que en el fútbol las cosas no pasan porque sí, que uno, el vigente campeón, ya sin Libertadores ni Copa Argentina, parece haber perdido el rumbo, mientras que el otro, el que juega en un estadio que se llama Diego Armando Maradona, como imbuido de su espíritu, nunca deja de ir hacia delante.