En un marco de incertidumbre por las limitaciones al “dólar ahorro”, las trabas para importar y la decisión de obligar a empresas a renegociar sus deudas, el Gobierno lanzó un paquete de medidas para intentar convencer a los argentinos para que apuesten a peso y vendan sus dólares.

El objetivo de corto plazo es claro: evitar una brusca devaluación. La pregunta que se abrirá en los próximos días es si esa meta de menor alcance -más allá del instrumental- devuelve a la economía una confianza que la política derrocha.

El set de iniciativas que Martín Guzmán, Matías Kulfas y Luis Basterra presentaron en Casa Rosada muestra además dos temporalidades, según las urgencias existentes. Una apunta a los grandes exportadores agroindustriales para que liquiden antes de fin de año parte de sus dólares y busca contener la sangría de reservas que pierde día a día el Banco Central (BCRA).

Otra, en cambio, apuesta a una agenda de mediano plazo con planes productivos para reactivar el mercado interno, pero también para sumar divisas en el futuro. Allí el equipo económico pone el acento en programas de exportación, principalmente de sectores (carnes, vinos, economía del conocimiento, automotriz, petróleo y gas, foresto industrial, textil, calzado, minería y metalmecánica), vinculados a la agregación de valor industrial.

Paquete de medidas económicas: bajarán las retenciones a la soja del 33 al 30% en octubre
Las medidas se apoyan en el Presupuesto 2021 que busca “tranquilizar a la economía” ante las críticas por la ausencia de un plan, hoy transformado en “hoja de ruta” por el ministro de Economía. Además, el BCRA presentó un sendero de política monetaria para bajar los temores sobre la impresión de billetes. Dio a entender que el tipo de cambio es competitivo pero que tendrá “más juego” y buscó sumar anzuelos de tasas para seducir a inversores.

El costo fiscal de las medidas fue desplazado como preocupación por la emergencia que produce la caída de reservas. Ese déficit primario, ahondado abruptamente en medio de la pandemia, será evaluado por la misión “informal” del FMI, que comenzará el próximo martes en Buenos Aires. Ese rojo es observado además con atención en las empresas, donde se espera el proyecto para subir impuestos de Guzmán y se mira con mucha preocupación el impacto del “aporte extraordinario” que impulsa la bancada del kirchnerismo más duro en el Congreso.

El Gobierno necesita dólares ya. La rebaja de tres puntos (de 33% a 30%) de retenciones para los exportadores sojeros en octubre y su aumento de forma escalonada (a 31,5% en noviembre, 32% en diciembre y 33% en enero), afirman los exportadores, es aún “insuficiente” para incentivar una venta masiva de divisas de acá a fin de año, sobre todo en momentos de creciente brecha. Allí niegan haber sellado un acuerdo extraoficial. También habrá rebajas para el aceite de soja crudo y refinado, para la harina y el biodiesel (este último baja de 30% a 26% en octubre para llegar al 29% en enero de 2021).

Para los productores -dicen en las entidades del campo- una medida temporal no genera certidumbre en base a las inversiones requeridas en el largo plazo frente a las expectativas que existen actualmente con el dólar. Guzmán anunció que los pequeños sojeros recibirán compensaciones -en un esquema progresivo- de hasta $11.550 millones.

La baja de derechos a la exportación para la minería ya estaban en la ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, pero nunca fueron reglamentadas (bajarán de 12% a 8%). En ese sector, como en el energético (en el que lanzarán el llamado Plan Gas para impulsar precios mínimos), produce más inconvenientes la obligación impuesta por el Gobierno a la reestructuración de las deudas en dólares.

Los planes de mediano plazo para mejorar exportaciones tienen un corte industrialista, mientras que los proyectos para incentivar la construcción (diferimento del pago de Ganancias y exención de Bienes Personales) difícilmente sean mejores que la actual brecha cambiaria para impulsar el sector. Todos los planes para empujar exportaciones -en una Argentina de baja competitividad y alta presión impositiva- apuntan al agregado de valor. También tendrán costo fiscal, si finalmente se efectivizan. En la UIA ya habían cuestionado que iniciativas impulsadas por Kulfas habían sido frenadas por Guzmán por ese motivo (la reposición del decreto 814).

Para la industria, en un primero momento, habrá bajas de los derechos de exportación de los bienes finales industriales a 0% y de los insumos elaborados industriales, al 3% (un claro guiño de precio a los grandes del sector). Los primeros tenían retenciones en tres pesos por dólar ya licuados por la inflación. En el caso de automotriz, la rebaja al 0% de bienes finales es solo para las exportaciones automotrices incrementales por fuera del Mercosur. También se anunciaron mejoras en reintegros (será en función del valor agregado, de bienes finales industriales a 7% y de insumos industriales, a 5%). En el sector esperan la letra chica, por producto. Celebraron el anuncio, pero temen que brecha ahogue las mejoras.

Luego del endurecimiento del cepo cambiario, el BCRA presentó en sincronía un set de iniciativas para impulsar el ahorro en pesos a “tasas reales positivas” en medio de una enorme inyección de moneda (la base monetaria este año podría triplicar la que existía a fines de 2019, según los privados). Hoy todos esos pesos buscan dólares. La idea de la entidad que conduce Miguel Pesce es reconducir ese apetito -o temor- inversor. Por ejemplo, los instrumentos dollar-link, algo ya anunciado. El instrumento será el BOTE vinculado al dólar.

“Se reafirma la estrategia de sostenimiento de la estabilidad del tipo de cambio real, que se considera en línea con el objetivo de acumulación de reservas internacionales”, estimó el BCRA en un comunicado. “En el marco de la estrategia de flotación administrada, el ritmo de depreciación diario se adecuará en forma gradual a las necesidades de la coyuntura, de modo de evitar efectos no deseados sobre la competitividad, los precios internos, la evolución de los activos y pasivos y la distribución del ingreso”, dijo y aclaró que el cepo es “transitorio”.

“El BCRA redoblará sus esfuerzos en pos del desarrollo de instrumentos de ahorro e inversión que permitan a los argentinos obtener rendimientos positivos no solo respecto de la evolución de la inflación, sino también con relación a la evolución del tipo de cambio”, señaló, y cerró: “La mencionada necesidad de responder a las demandas de la pandemia ha generado un incremento importante de la liquidez. El BCRA monitorea atentamente la evolución de los agregados monetarios y actuará a través de las herramientas disponibles”.

La incógnita es si los incentivos de tasas, un nuevo juego del dólar oficial y los anuncios sobre los sectores productivos lograrán inducir cambios en momentos en que crece la expectativa de devaluación -el mercado prevé, por caso, una inflación mayor en 2021 que en 2020- y en tiempos en que la política sólo suma más desconfianza.

Fuente: La Nación