El fastidio se lo terminó llevando River luego de la igualdad ante Racing, por la diferencia de dos goles que tenía al final de la primera parte. La frustración fue toda para el equipo de Núñez, que parecía encaminarse a una nueva victoria, pero los visitantes reaccionaron a tiempo para evitarlo.

La sorpresa del comienzo fue la postura que adquirió Racing. El equipo de Avellaneda se instaló en el campo de River y buscó atacarlo desde los primeros minutos.

Con esa actitud, el visitante llegó con peligro desbordando por los costados, y también con un remate de media distancia. El problema fue que en esas oportunidades no tuvo precisión en la definición.

El conjunto local tardó en acomodarse en el terreno, y la mayor preocupación era que los mediocampistas no podían adueñarse de la pelota. Los defensores la lanzaban por arriba, y los volantes no tenían contacto con ella. River se dio cuenta de esa situación y logró corregirlo.

El control de la situación fue diferente cuando la trasladó por abajo, y los acercamientos al arco de Racing tuvieron mayor profundidad. A eso le agregó rapidez en los movimientos y las líneas comenzaron a entenderse mejor.

La consecuencia de esa situación fue el gol de Barco, que llegó por la derecha y definió con un derechazo cruzado. La ventaja le dio más tranquilidad a River, y se fue transformando en el dominador de las acciones.

La diferencia creció al final del primer tiempo, cuando el uruguayo De La Cruz convirtió el segundo gol con otro remate desde la derecha. El arquero se estiró pero no pudo despejar la pelota.

La situación era inmejorable para River, y todo indicaba que se encaminaba a una victoria segura. Sin embargo, el rol de los equipos cambió en la segunda mitad, y Racing fue el que arriesgó para cambiar su imagen. La apuesta le terminó saliendo bien, más allá de que la chance de recibir más goles estaba latente.

El adelantamiento de Racing le permitió estar más cerca de Armani, y con sus argumentos futbolísticos le discutió el protagonismo al local. Moreno, Miranda y Chancalay se fueron entendiendo mejor, y los delanteros se encontraban mejor abastecidos para inquietar al arquero.

El descuento de Copetti le dio otro empuje al equipo, y con casi media hora por delante fue en busca de la hazaña. River no renunciaba a su juego, pero ya no tenía la peligrosidad del primer tiempo. El ingreso de Quintero no le brindó la claridad que necesitaba, y la pelota no le llegaba con frecuencia ni a Alvarez ni a Barco.

Cuando quedaban ocho minutos para el final, Miranda convirtió el empate para la sorpresa de todo el estadio. Racing pareció conforme con llevarse al menos un punto, y River todo lo contrario. Los minutos finales encontraron a River atacando para llegar al tercer tanto, pero el nerviosismo por conseguirlo no le jugó a favor.

Los rostros de felicidad se quedaron del lado de los jugadores de Racing, que al final del primer tiempo aspiraban a no ser derrotados por una diferencia abultada. River dejó escapar una buena posibilidad para subir más en su zona, después de una noche que mostró las dos caras de su fútbol.