El canciller uruguayo Francisco Bustillo Bonasso lo mencionó ayer como una nueva posibilidad flexibilización del Mercosur, en el marco de la cumbre semestral que tiene lugar en Puerto Iguazú y en medio de una serie de reclamos a la Argentina por el acceso a su mercado. Fue en la antesala de la reunión de jefes de Estado que tiene lugar hoy martes 4 de julio, la primera con todos los presidentes presentes desde la pandemia. Hoy el presidente Luis Lacalle Pou insistió por ese camino.

“Lo que se ha hecho es transitar un camino que se ha apartado del primer artículo 1 fundacional del Mercosur, que planteaba crear un mercado común en cuatro años, y han pasado más de treinta. En el mejor de los casos y lo que sería posible es crear una zona de libre comercio, lo que he dado en llamar el Zocosur”, citó ayer Bustillo en declaraciones a la señal DNEWS.

La creación -o un retroceso, dirían otros- de una zona de libre comercio en la que Montevideo pudiera sentirse más a gusto con sus reclamos aperturistas es el último giro en un debate que lleva años y que se intensificó de la mano de Uruguay en los últimos meses. El ministro uruguayo no brindó mayores detalles sobre esta propuesta aunque sí planteó una alternativa más realista aunque no por ello más creíble frente al resto de los socios.

Hoy, el mandatario de aquel país, Luis Lacalle Pou, se cruzó en Puerto Iguazú con el resto de los jefes de Estado y la duda, en las vísperas, era cuánto insistirá en aquel camino autónomo para su país a la luz de sus discursos en pasadas cumbres del bloque. De movida, la correlación de fuerzas difiere mucho de entonces, tras la salida de su principal aliado en cuanto a los reclamos de flexibilización, Jair Bolsonaro, y el arribo de Luiz Inácio Lula da Silva al poder en Brasil, que hoy toma el mando protémpore del Mercosur.

“Lo que dijimos, simplemente, es que seguiremos caminando en lo que es un objetivo para el Uruguay, que es una mejor inserción internacional”, insistió el canciller uruguayo en sus declaraciones a la prensa. El planteo de Montevideo, bajo el mando de Lacalle Pou y su coalición multicolor, es “terminar con todas las restricciones que existen intrabloque para conformar el primer estadio de integración que es la zona de libre comercio”, describió el ministro oriental.

Incluso fue más allá. Sobre la posibilidad que Uruguay deje el Mercosur o modifique su estatus, Bustillo sostuvo que “es una decisión que sin ninguna duda en algún momento Uruguay se tendrá que plantear, ya sea para modificar el propio tratado fundacional o eventualmente plantearnos la posibilidad de dejar el Mercosur en su condición de Estado fundacional y pasar a ser un Estado asociado”.

No obstante, relegó esa decisión al debate interno entre los partidos políticos de su país. “(Esas posibilidades) siempre están arriba de la mesa”, desafió y se refirió a estudios elaborados en su país sobre el impacto potencial de una decisión en esa dirección.

“Los caminos se pueden recorrer. Lo más trascendente sería que exista la voluntad política. Así como en su momento existió para fundar al Mercosur, para una decisión tan trascendente como esa, hay que recorrer el mismo camino”, comentó Bustillo.

“(Esas posibilidades) siempre están arriba de la mesa”, dijo el canciller uruguayo sobre las chances que su país abandone el bloque o cambie su estatus al de Estado asociado

Desde la Cancillería argentina le bajan el precio a la idea de una Zona de Libre Comercio del Sur (Zocosur) a imagen de lo que piensa Uruguay. Aseveran que el canciller Francisco Bustillo solo lo planteó puertas afuera del encuentro de ministros, frente a la prensa. Pero no dijo nada en el cónclave con sus pares.

Tampoco creen en la posibilidad que Uruguay busque cambiar su estatus de socio fundador y pleno a uno asociado, para tener menos responsabilidad y, en consecuencia, mayor margen de maniobra. Había trascendido que el ministro uruguayo y el canciller Santiago Cafiero tendrían una bilateral -donde el tema podría haber surgido- pero desde el ministerio negaron que esa cita haya tenido lugar hasta media mañana del martes, al menos.

A su turno, Lacalle Pou volvió sobre su crítica al inmovilismo del bloque. “Somos todos buenos pero el poncho no aparece -dijo parafraseando al cantor Argentino Luna-. Sustancialmente no hay nada. Y Uruguay lucha por conseguir mercados”. En consecuencia, insistió con el posible acuerdo bilateral entre su país y China y advirtió que si Mercosur no avanza como bloque, “lo vamos a hacer bilateralmente”.

“No es caprichoso. Si ven la participación del comercio exterior de Uruguay en el Mercosur, se ha ido debilitando y si vemos la participación de nuestra economía en las balanzas comerciales con cada uno de los países socios, es deficitaria. Necesitamos como bloque avanzar”, demandó Lacalle Pou.

Puertas adentro del bloque, lo que se discute son los alcances del uso del término flexibilidad y cuan fina es la acepción. En este punto, Uruguay parece haber quedado solo en la partida: para el resto de los países del bloque -afirman fuentes diplomáticas- hay un consenso en cuanto a que flexibilidad, en los términos uruguayos, “no es explorar acuerdos y nuevos mercados que contemplen los equilibrios del bloque sino directamente un tratado de libre comercio”.

Uruguay lo plantea como una potestad que quiere conquistar para no renunciar a las posibilidades comerciales con el resto del mundo, por fuera de la negociación “encorsetada” de 4+1 que fija como regla el Mercosur. Y porque su vínculo interno es asimétrico y perjudicial: “Uruguay exporta al Mercosur alrededor de un 25 % de su producción, mientras que Uruguay recibe del bloque más del 40 % por concepto de importaciones. Tenemos, desde hace más de diez años, un déficit comercial con los socios del Mercosur”, dijo ayer Bustillo Bonasso.

En el Palacio San Martín se muestran escépticos respecto a las advertencias uruguayas: afirman que tampoco avanzaron como prometían, desde la gestión Lacalle Pou, con sus acuerdos con China, Nueva Zelanda y Australia. “Humo”, dice una fuente con menos protocolo.

Sin embargo, el canciller uruguayo aprovechó también para hacer un fuerte descargo sobre las trabas comerciales en el plano bilateral: “Es un hecho de especial preocupación que mi país enfrenta en la actualidad duras restricciones para al acceso al mercado argentino, teniendo en cuenta las políticas implementadas en materia de aprobación de licencias no automáticas de importación. A la fecha, son más de 600 las solicitudes que se encuentran pendientes de autorización por parte de las autoridades argentinas”.

“La Argentina y los otros países tenemos la idea que juntos estamos mejor. Y no se trata sólo de lo político que es importante sino de consolidar este mercado interno más grande que es Mercosur”, enfatizó en declaraciones radiales la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco. Reconoció que “se esperaba un poco más de la integración pero las integraciones tienen siempre esta dificultad de las asimetrías entre las economías”.

Y volvió sobre el principal argumento de la Argentina, a lo largo de estos cuatro años, para frenar los intentos aperturistas de Uruguay y Brasil en su momento. pese a la resistencia del empresariado industrial local: “Tenemos que tener una política industrial dentro del bloque y científico tecnológica, porque es lo que todos los países hacen y es la manera de poder aprovechar el mercado interno para nosotros mismos. Sino vendrán otros a vender sus productos. Hay que proteger y potenciar el MERCOSUR porque es muy importante”.

Uno de los capítulos dentro del bloque pasa por definir la implementación del acuerdo de integración con la Unión Europea, donde aún existen resistencias sobre ejes puntuales. “Esto no es libre comercio y nada más; necesitamos inversión productiva sino el riesgo es que las brechas que tenemos en lugar de achicarse se agranden”, remarcó Todesca Bocco.

La funcionaria destacó las asimetrías existentes entre ambas regiones con un PBI anual de la Unión Europea seis veces más grande que el del Mercosur y 25 de sus 27 países miembro con un índice de desarrollo humano más grande que el del bloque sudamericano. De lo que se trata, explican en la Cancillería, es de reducir el impacto que esa brecha puede ocasionar en el mapa productivo.

“Creemos que esta puede ser una oportunidad para el Mercosur, porque el mundo cambió mucho y las cadenas de valor, es decir el mapa de producción y empleo se está reconfigurando y esto podría ayudar al bloque a localizar inversiones productivas en la región, generando más producción, trabajo y aumentando el valor de las exportaciones”, deslizó Todesca Bocco.

Y concluyó: “Hoy estamos en una circunstancia en donde tanto los europeos como los que vivimos en el Mercosur tenemos la idea que si trabajamos juntos en torno a ejes como la minería, la energía, alimentos, salud, servicios basados en el conocimiento y muchos otros sectores, podríamos ampliar nuestros mercados conectándolos”.

Acorde a datos oficiales, el intercambio entre los países del Mercosur superó los niveles de la prepandemia en un 38 por ciento y pasó de u$s 33 mil millones en 2019 a u$s 46 mil millones en 2022. Además, durante el año pasado el bloque regional registró su mayor valor histórico en el comercio total de bienes con el resto del mundo: unos u$s 752.600 millones, si bien en gran medida esto respondió a un aumento de precios más que del volumen exportable.